Sí, seguimos bodegueros…Hoy toca presentar otro histórico del «bodeguismo» y vermut en Gracia: Bodega E. Marín.
Y claro está, cuando hablamos esa temática, la casi centenaria Bodega E. Marin, como parte esencial del barrio que es, no podía faltar a esa cita. Por algo será…
Esta castiza bodega de barrio abrió sus puertas en 1916. En una primera fase, el local se caracterizaba por ser únicamente un «colmado» (tienda ultramarinos). Fue sólo en años sucesivos que el colmado familiar pasó a ser también bodega, como la conocemos a día de hoy.
El bar debe su nombre a la familia Marín, la cual regentó el local durante todas esas décadas.
Fue sólo hace 20 años que Tere y Antonio, los actuales propietarios, continuaron el legado Marín hasta nuestros días.
Actualmente, el ocioso establecimiento también ejerce de «colmado» (casi museo de hecho), puesto que en Marín se vende una gran variedad de vinos y otras bebidas de todo tipo, sea en botella o a granel; cosechas seculares y marcas difíciles de encontrar en otras tiendas.
Para tener testigo de ello, fijaros al entrar en las monumentales estanterías altas hasta el techo y os percataréis de la colección lograda. Como decía, un museo a no perder.
El espacio interior consta de techos elevados con paredes forradas de antiguas estanterías a lado y lado, repletas de botellas y productos casi ancestrales recolectados durante décadas, así como de botas y barricas con vino a granel. Auténticas piezas de museo, eso sí mezcladas con artículos más contemporáneos.
Bodega E. Marín, a parte de sus suculentos vinos, es también el espacio perfecto para probar sus tapas, en especial sus anchoas, olivas, boquerones, empanadillas o sus magníficas croquetas.
Un acompañamiento perfecto para sumar a vuestro vermut, vino, caña o cava.
En definitiva, un bar de los tradicionales, de principio a fin y hasta la última gota.
Como dicta la tradición, la hora vermut es la más concurrida puesto que esta bodega se llena generosamente de gente en esas fases «clave» durante la semana.
De hecho, veréis algo que nos encanta, y es la mezcla generacional que se produce los fines de semana al mediodía, donde niños, adultos y mayores, sean del barrio o de fuera, comparten una costumbre muy nuestra: la sociabilización en el bar con vermut en mano.
En su interior existe sitio para sentarse y pequeñas mesas o barras para que podáis dejar la bebida y/o la comida.
No obstante, como comentaba, al ser un espacio de reducidas dimensiones, puede que os cueste conquistar un taburete.
Según como, eso da igual, puesto que la liturgia exige quedarse de pie…
Aunque os parezca demasiado lleno, vale la pena os quedéis incluso fuera del recinto, en la misma calle. Ciertamente, hay incluso más personas en el exterior que dentro. La mayor parte de días, las ganas de «bar» pueden con la climatología.
De hecho, es de los pocos bares que te deja estar fuera con tu bebida, con vaso de plástico claro, tomando tu vermut a la fresca, siempre respetando a los vecinos y viandantes.
"Super auténtica, castiza y me encanta comprar su vermut a granel a 4€ el litro" - Stefania
"Mi preferida del barrio. Antonio, Tere y su bodega son una institución, por algo será..." - Andreu
Lun a Vie
7h – 15h y 17h – 23h
Sábado
8h – 15h
Domingo cerrado
